lunes, 23 de febrero de 2009

Circo jurídico. Por Miguel Iturria Savón.

El viernes seis, mientras atravesaba parte de La Habana en un ómnibus urbano, escuché por Radio Rebelde un comentario apologético sobre el informe presentado el día anterior en la sede de la ONU en Ginebra por María Esther Reus González, Ministra de justicia, quien presidió la Delegación insular al Examen periódico universal establecido por el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, integrado por Cuba aunque somos el país de Iberoamérica con mayor población penal y el sexto a nivel mundial, con 487 presos por cada cien mil habitantes.
El diario Granma, la Mesa redonda informativa, el Noticiero nacional de la televisión y otros medios de comunicación repitieron a todo trapo la “Nueva victoria de la revolución en Ginebra”, donde la ministra y sus acompañantes, según fuentes externas, evadieron las críticas de diplomáticos y periodistas que cuestionaron “el informe triunfalista y politizado que negó la existencia de prisioneros de opinión en la isla, los casos de tortura, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales”.
Al leer El Nuevo Herald del seis de febrero sentí pena por mis compatriotas e imaginé los malabares verbales de la ministra ante las preguntas incómodas de los expertos que la pusieron en jaque. Si nuestro sistema jurídico y la prensa insular no dependieran del gobierno que preside el general Castro, los cubanos estuviéramos mejor informados sobre las violaciones de los derechos humanos en Cuba, donde se multiplicaron las cárceles, hay centenares de presos políticos y la propia Constitución limita las libertades de los ciudadanos.
Según El Nuevo Herald, la señora Reus González rechazó la petición de Brasil de que Cuba se adhiera al Estatuto de Roma, de donde surgió la Corte Penal Internacional, instancia creada para enjuiciar a quienes cometen delitos de lesa humanidad en el mundo. La ministra sabe lo que hace pero debería exponer por qué evadir algunos tratados universales y negarles a los cubanos los derechos fundamentales.
La fuente señala que “…los representantes de Gran Bretaña, Canadá e Israel cuestionaron la existencia de presos políticos, las condiciones de las cárceles cubanas, la aplicación de la pena de muerte y las limitaciones de los ciudadanos para viajar al extranjero”. Reseña que el embajador de Israel, Aharon Leshno, cuestionó el sistema judicial cubano por su dependencia del gobierno y llamó a liberar a los activistas de los derechos humanos y a los periodistas arrestados; mientras que el británico Peter Gooderham recomendó que “Cuba se abstenga de usar las leyes para fabricar cargos de peligrosidad y propaganda enemiga, que sirvieron para restringir los derechos de libre expresión y asociación de los ciudadanos”.
Hasta Brasil, Chile y México pidieron a la funcionaria cubana mejorar la protección de los defensores de los derechos humanos y garantizar la libertad de expresión y circulación dentro y fuera de Cuba.
Como los derechos humanos es una asignatura pendiente para la dictadura militar de los Castro, es natural que nuestra prensa hable de “victoria” al ficcional sobre el Examen presentado en Ginebra por la Ministra de justicia.

viernes, 20 de febrero de 2009

Encrucijadas de la Feria del libro. Por Miguel Iturria Savón.

El martes 10 de febrero el canal Cubavisión dedicó la Mesa redonda informativa a difundir la Feria internacional del libro de La Habana, que será inaugurada el jueves 12 en la antigua fortaleza de San Carlos de La Cabaña, y abierta al público entre el 13 y el 22, en que circulará por 16 ciudades del país hasta el 8 de marzo.
En el espacio televisivo intervinieron el ensayista Roberto Fernández Retamar, Director de la Casa de las Américas; Iroel Sánchez, Presidente del Instituto Cubano del libro; el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II y el periodista chileno Hernán Uribe, quienes hablaron del 50 aniversario de la revolución y de la Casa de las Américas, a las cuales se dedica la Feria del libro, que honrará a la poeta Fina García Marruz y al ensayista Jorge Ibarra, y tendrá a Chile como invitado de honor, con la presencia inaugural de la doctora Bachelet, Presidenta de ese país, que visita la isla del 10 al 13 de febrero.
Los panelistas y el moderador de la Mesa redonda informaron sobre el recinto ferial, los expositores, algunos títulos, autores, personalidades invitadas, actividades colaterales y aspectos organizativos. Hablaron, por supuesto, de sucesos que inciden en Latinoamérica y serán analizados en La Cabaña a través de debates y obras de inmediatez.
A la Feria de La Habana asistirán 43 países y 266 editoriales, incluidas las cubanas, agrupadas en el oficialista Instituto del libro. Los organizadores esperan vender mil títulos de autores nacionales y casi seis millones de ejemplares, que pasarán de la sede capitalina a las mini ferias de otras ciudades. Entre las obras de autores chilenos figuran Neruda y Cuba, de Vladimir Ferro; Gabriela Mistral, pública y secreta, de Volodia Teitelboim; El libro mayor de Violeta Parra, de Isabel Parra, y Víctor, un canto inconcluso, de Joan Jara.
Como la Feria es organizada y financiada por el Estado cubano, la misma ajusta el ámbito literario-comercial a los intereses políticos del gobierno, lo cual justifica la edición de decenas de títulos sobre Fidel Castro y Ernesto Guevara, paradigmas de la revolución y el socialismo, suceso que planea en los stands del país, en los que no figura ni una obra de los autores que partieron al exilio ni de los escritores censurados en la isla, cuyas editoriales aplican la estética del aplauso.
Los lectores insulares tendrán acceso a algunos clásicos universales, a un montón de libros infantiles, a los poemarios y novelas de los literatos galardonados con el Premio nacional de literatura, el Premio de ciencias sociales y otros concursos auspiciados por el Ministerio de cultura, la Unión de artistas y escritores y el Instituto cubano del libro.
La censura es un dilema pendiente. Ni en los stands de la Feria ni en ninguna librería del país hallaremos el arsenal historiográfico que desmitifica la historia contada por los vencedores. Se nos niegan los ensayos de Carlos A. Montaner y Rafael Rojas; las narraciones de Cabrera Infante, Reinaldo Arena, Guillermo Rosales, Zoe Valdés y Benítez Rojo; los poemarios de Heberto Padilla, María Elena Cruz Varela y Manuel Díaz Martínez, y un inventario de obras universales que resultan incómodos para quienes escogen lo que debemos leer los cubanos.
La Feria del libro de La Habana, dedicada al 50 aniversario de la revolución y de la Casa de las Américas, nos convoca a otra cita con la cultura oficial.

Nuevos Pepes. Por Miguel Iturria Savón.

Desde diciembre del 2008 los hijos y nietos de españoles aumentamos nuestro prestigio en la isla, aunque no tanto como los hispanos que llegan como turistas o los compatriotas que vienen del exilio a visitar la familia, cuya valía se multiplica con los dólares, la generosidad y las cosas que cuentan de otras latitudes.
La Ley de Memoria histórica aprobada por el Estado español disparó los sueños de evasión de millares de cubanos. El Consulado general de la nación ibérica, ubicado frente a la bahía de La Habana, es el lugar más concurrido de la capital desde hace dos meses. Solo la Oficina de intereses de los Estados Unidos y la Oficina de refugiados de ese país le hacen competencia en solicitud de entrevistas, formularios, viajes y esperanzas.
El viernes pasado obtuve cita por Internet para el 25 de agosto del 2010. Días antes el señor Pablo Barrios, Cónsul de España en nuestra capital, informó que existían 25 mil solicitudes por esa vía. Añadió que su entidad espera procesar a 150 mil cubanos en los próximos dos años; de ellos, el 20% son hijos y el resto nietos de españoles. Hasta el momento están aprobados 350 expedientes, el primero de los cuales fue un médico de 37 años que ya partió hacia Valencia con su nueva ciudadanía.
El potencial de descendientes es enorme, pues los españoles y canarios emigraron a la isla después de la ruptura política de 1898. El trasvase humano se mantuvo hasta 1933 y se renueva con la Guerra Civil Española (1936-1939). La situación de la antigua Madre Patria, la necesidad de mano de obra en Cuba y los nexos históricos y familiares favorecieron la llegada de cerca de 100 mil inmigrantes en la primera década del XX.
El Censo de 1931 reconoció un total de 599, 006 inmigrantes; de los cuales, 284 819 son españoles, quienes representaban el 47,5 de los extranjeros; entre los que figuraban 25, 265 franceses y 7,195 norteamericanos, seguidos por haitianos, jamaiquinos y otros grupos étnicos. La población cubana rebasaba los tres millones de habitantes.
Fue notable en la vida urbana y rural de nuestra isla la presencia de los gallegos, asturianos, canarios, catalanes, andaluces y vascos, quienes incidieron en el comercio, la industria azucarera, la agricultura y el tabaco, además de edificar instituciones benéficas e influir en la prensa y la cultura hasta 1958.
Con el declive del proceso revolucionario y la crisis económica de los años 90, el gobierno de los hermanos Castro (hijos de un inmigrante gallego enriquecido en Cuba), volvió la mirada hacia España, cuyos inversionistas construyeron hoteles y apuntalan al régimen en otros rublos esenciales.
Son tantos los nexos humanos, económicos y gubernamentales entre España y Cuba que desde aquí apreciamos la Ley de Memoria histórica como un acto de justicia. Los que llegaron y forjaron familia reviven en sus hijos y nietos, ocupados ahora en obtener el Certificado literal de nacimiento o la Fe de bautismo de sus ancestros para acceder al Consulado con los papeles en regla.
Demostrar nuestro origen español y obtener la Ciudadanía de la Madre Patria equivale a un boleto de avión que abre las puertas de Europa. ¿Será por eso que nos llaman los nuevos Pepes y las chicas más guapas nos proponen matrimonio?

Huelga silente. Por Miguel Iturria Savón.

Me contaba un ingeniero que estudió en Moscú, que en los años ochenta fue testigo de una charla entre un funcionario del gobierno cubano y los técnicos japoneses que vinieron a instalar elevadores en los principales hoteles de La Habana. En la sesión de despedida un tecnólogo nipón le expresó su disgusto al representante insular por la huelga de los trabajadores cubanos que colaboraron con ellos, quienes “llegan tarde, olvidan las herramientas y luego salen a merendar o no regresan después del almuerzo”.
Imagino la sorpresa del funcionario ante la palabra huelga, un vocablo del pasado que resurge en las acciones de los “distraídos” obreros cubanos, siempre al tanto del reloj, la merienda, el almuerzo y de los objetos que “resuelven” en el centro de trabajo para compensar el salario y contrarrestar la jornada laboral.
La “vagancia cubana” tiene sus raíces en el régimen colonial. Los esclavos trabajaban bajo el látigo, sin salarios ni estímulos; rompían los instrumentos, desataban incendios y desaprovechaban el tiempo.
Cuba ha cambiado mucho desde entonces pero el tema no es historia antigua. Desde la década del sesenta los cubanos trabajan sin ganas para los empleadores estatales, quienes fijan las normas, la jornada y los salarios. En 1966 el Gobierno estableció los campos de trabajo forzado bajo el nombre de Unidades militares de apoyo a la producción (UMAP). A partir de 1971 la Ley contra la vagancia llevó a las cárceles a millares de paisanos que rehuían las condiciones impuestas en los centros de producción y servicios. La misma fue sustituida por la Ley de peligrosidad social, la cual gravita aún sobre los desempleados, los jóvenes que no estudian ni trabajan y los opositores que censuran la situación del país.
Como la represión no resolvió el problema y “la vagancia” sigue en pie, el Gobierno emprende una campaña de propaganda contra quienes se niegan a “marcar tarjeta” en las fábricas, las granjas agropecuarias, oficinas, escuelas, hospitales y otros centros de producción y servicios, casi todos en manos del Estado socialista. La televisión y los diarios ofrecen las cifras de desempleados de las provincias y el número de maestros y profesores emergentes enviados a la capital para cubrir las vacantes de los titulados que abandonaron las aulas durante el 2008.
La campaña contra los millares de obreros y especialistas que se niegan a trabajar para el Estado olvida que los desertores están cansados de regalar su fuerza de trabajo. ¿Cómo ser laboriosos y creativos si el salario no alcanza para comer una semana? ¿No saben los funcionarios que la inflación reduce el salario mensual, equivalente a 20 dólares?
En vez de anunciar castigos y medidas sería conveniente analizar las causas que generan la no incorporación al trabajo, la indisciplina laboral, el maltrato de los instrumentos y el desvío de los recursos, cuyo destino es el mercado marginal, más lucrativo y estimulante.
¿No serán estos problemas las causas de la huelga silente que preocupó al tecnólogo japonés a mediados de los años ochenta?

miércoles, 18 de febrero de 2009

Derecho de propiedad... Por Miguel Iturria Savó.

¿Derecho de propiedad sobre la vivienda? / Miguel Iturria Savón.
Todo derecho incluye varias facultades. El de la propiedad no es una excepción. En Cuba, como en otros países, implica el uso, disfrute, posesión y disposición. La disposición es la posibilidad del propietario de darle el destino deseado a sus bienes, ya sea la casa, el automóvil o la parcela, pues en nuestra isla predomina la propiedad estatal sobre los medios de producción y servicios, lo cual deja a las personas sin casi nada.
Disponer de bienes equivale a poder modificarlo, transformarlo y enajenarlo de forma voluntaria. Enajenar significa transmitir su derecho o alguna facultad derivada de este, como vender, permutar o arrendarlo, lo que se limita y quebranta desde la legislación cubana, que olvida algunos preceptos internacionales.
El artículo 13.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos expresa: “Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y regresar a su país”.
Esto es incompatible con el concepto “salida definitiva del país”, utilizado indistintamente por el ordenamiento jurídico insular, que tiene dentro de sus efectos confiscar los bienes del propietario y su derecho a heredar.
¿Cómo puede el Estado determinar que una salida del territorio nacional es definitiva si, presuntamente, la persona que viaja puede regresar al lugar de origen cuando estime conveniente?
El derecho de propiedad, regulado en el artículo 17 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el 21 de la Constitución cubana, es distorsionado por nuestro ordenamiento jurídico. Con respecto a los inmuebles, no existe en la práctica la facultad de disposición sobre estos. Veamos algunos ejemplos:
El artículo 470 del Código Civil cubano refrenda la incapacidad para heredar de quienes abandonan “definitivamente el país”. Mientras los artículos 509 al 521 regulan la sucesión intestada de los bienes. Cuando no hay Testamento pueden heredar los hijos, los padres, cónyuges, abuelos, hermanos y sobrinos. ¿Qué sucede si el único pariente que sobrevive es un tío o un primo cercano? La respuesta la hallamos en los artículos 546 y 547 del mismo cuerpo legal, que resuelve a favor del Estado la herencia al no existir los herederos o cuando los de referencia u otros sean incapaces (“salida definitiva del país”).
A su vez, el artículo 191.1 del C.C, expone que la transmisión o enajenación de inmuebles se rige por las Disposiciones especiales (Ley general de la vivienda). El problema fundamental del traspaso radica en su artículo 60, el cual impone la compra-venta de la vivienda a favor del Estado, que abonará el precio legal establecido en la L.G.V o el fijado por el Ministerio de finanzas y precios. ¿No es la compra-venta un contrato bilateral donde el precio debe ser fijado por las partes según sus intereses? ¿No es el acto de compra-venta una expresión de la facultad de transferir el derecho de propiedad? ¿Acaso no cuenta la libre determinación del propietario?
El artículo 30 de la citada ley regula los requisitos para ejercer la donación de inmuebles. Ser familiar hasta el cuarto grado de consanguinidad, cónyuge o ex cónyuge con hijos o con más de dos años de matrimonio; así como los convivientes con diez años o más en el hogar. No puede donarse, por ejemplo, a otro tipo de familiar o personas allegadas. Tales exigencias limitan el ejercicio de la voluntad del “dueño”.
Pero hay más. Según resolución del Instituto nacional de la vivienda, la donación pierde sus efectos cuando el donante realiza algún trámite migratorio dentro de los cuatro años posteriores al acto. El donante es convertido así en rehén de la legislación.
Y como si fuera poco, el artículo 76 de la L.G.V instituye que el heredero testamentario solo puede adjudicarse la vivienda si la ocupa al momento de fallecer el causante, requisito muy difícil de tener si partimos de que la muerte es un acontecimiento impredecible. El heredero vuelve a ser rehén, si sale de casa el Estado lo despoja.
El otro requisito, no más sencillo, es que en defecto del anterior, se exige que el inmueble quede vacío al fallecer el testador por ser este su único ocupante. ¿Y si llega alguien a vivir allí a última hora? Según el artículo 78 de dicha ley, si ese alguien (conviviente no heredero) fuera un familiar hasta el cuarto grado de consanguinidad, cónyuge con cinco años en el inmueble o no fuera un pariente, pero conviviera por más de diez años en casa, tendrá prioridad sobre el heredero testamentario para adjudicarse la vivienda.
De no cumplir tales restricciones, la casa se la adjudica el Estado, cuyas leyes y funcionarios no respetan la última voluntad del causante, algo tan antiguo como el Derecho romano.
Pero el punto culminante está en el artículo 81 de la L.G.V, que solo le da el derecho a adquirir la propiedad de la vivienda, previo pago, a los familiares hasta el cuarto grado de consanguinidad o cónyuge que convivieron por más de diez años con el propietario que abandonó definitivamente el país.
Se podría resumir que en nuestra legislación, al establecerse tantas trabas sobre transmisión de viviendas, el Estado termina convirtiéndose en un embudo que generalmente se apropia de la mayoría de los inmuebles, siendo esta, lamentablemente, la principal fuente del fondo habitacional del país.
¿Se garantiza realmente el derecho a la propiedad en la legislación cubana?

Bachelet vino a La Habana. Por Luis Cino.

Lo más positivo del viaje a Cuba de la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, fue su participación en la Feria del Libro de La Habana. Al menos, tendremos el gusto de darnos un atracón con la poesía de Huidobro, Neruda y otros. Por ser Chile el país invitado este año, la editorial Arte y Literatura puso a la venta antologías con lo mejor de la literatura chilena y el Libro Mayor de Violeta Parra.
La Presidenta chilena asistió a la inauguración de la Feria el 12 de febrero en la fortaleza de La Cabaña. También estuvo, entre otros sitios del tour que preparan los anfitriones para estas ocasiones, en Casa de las Américas, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños y el Aula Magna de la Universidad de La Habana. En todos los casos, pronunció discursos en los que habló de la integración latinoamericana, de las ventajas de la cooperación entre los países de la región y de los desafíos comunes.
En cambio, no se entrevistó con líderes disidentes ni habló de derechos humanos. Bachelet nos dejó con las ganas de escuchar sus experiencias de cómo Chile afrontó el tránsito de una sanguinaria dictadura militar a la democracia. Luego de la visita en enero de la Presidenta argentina, ni siquiera la información de la doctora Bachelet de que Fidel está bien, fue sorpresa. La Presidenta vino también a Cuba, sabrá Dios por qué, a poner su granito de arena en la legitimación del régimen de sucesión. A hacer al General Raúl Castro otro par entre sus primos, como cualquier otro presidente latinoamericano democráticamente electo. ¿Acaso no entró Cuba al Grupo de Río? No es que los cubanos nos creamos el ombligo del mundo y esperemos más de lo que realmente merecemos de la solidaridad internacional. Pero esperábamos algo a favor de nuestra libertad de la Presidenta con nombre de canción que alguna vez se enfrentó a una tiranía y luchó por los derechos humanos.
Durante la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile admiré el desempeño de Bachelet. Vociferaban un puñado de energúmenos disfrazados de presidentes y el monarca español perdía la paciencia y mandaba a callar a Hugo Chávez. Bachelet logró salvar la Cumbre. Luego, cantó con un grupo de niños y con Inti Illimani.
El 11 de febrero, Michelle pasó revista a la guardia que formó filas en su honor en el Palacio de la Revolución. Junto al General Raúl Castro lució marcial. Después de todo, la señora, que además de médico y ministra de Salud, lo fue también de Defensa, está acostumbrada a tratar con militares. Incluso a tolerar, Pinochet mediante, a los militares represores de los que su padre, que era General, fue víctima. Los mismos milicos fascistas que la forzaron, como a otros millares de chilenos, a marchar al exilio. El perdón, el olvido y la tolerancia son cosas de las transiciones democráticas. Los cubanos tenemos mucho que aprender al respecto, pero Michelle Bachelet no parece dispuesta a enseñarnos. Es una lástima que el tiempo sea largo y la memoria tan corta. Puede que eso o algo parecido lo haya dicho alguno de los buenos poetas chilenos que podremos leer gracias a la Feria del Libro.luicino2004@yahoo.com

viernes, 13 de febrero de 2009

Aplastemos al infame (3). Por Pablo Méndez Piña.

Desde la Sierra Maestra Fidel Castro planificó astutamente su atronador encontronazo con los EE UU. Este hecho fue demostrado a través de una epístola enviada a la difunta Celia Sánchez el 5 de Junio de 1958, en cuya textualizada cita expresó:
<<… “los americanos van apagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mi una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos”...>>
—Pues en efecto—el incitante líder maquinó el teatral dramatizado a nivel de naciones, con el objetivo de incorporar el bíblico pasaje del pequeño David enfrentándose al bravuconeado gigante de seis codos más un palmo, escenificación que de hecho le aseguraría como es obvio las simpatías y los aplausos del influyente auditórium mundial al miniaturizado héroe.
Y las resultas fueron relevantes, Castro con sus ha conseguido la pervivencia de su dictadura durante cincuenta años de competitiva crueldad con el sanguinario Tiberio Cesar, pero con la estricta particularidad de recibir el socializado beneplácito del populismo , que desde las circundantes plateas del cuadrilátero, sólo aclaman al sublimado ídolo, mientras desconocen el inmolado pueblo que yace sobre la lona.
De hecho las sanciones comerciales aplicadas por EE UU a la isla, , fueron enguacaladas mientras existió el campo socialista, y lógicamente explotó como hit-parade después de intensificarse con la aprobación de la ley Helms-Burton
No obstante mientras el buenazo de David sólo vocifera acusaciones contra su oponente. El abominable gigante representado por EE UU ha trepado al sexto peldaño del escalonado comercial cubano, cuyo gobierno aún manifiesta inconformidad entrelazando telarañas justamente en los ojos de sus admiradores, puesto que no bastan que los cargueros estadounidenses depositen tonelajes de producciones y alimentos en sus puertos, previo pago en dólares cash, también este chicuelo pretende sumar el al extendido inventario de países que tras otorgarles ablandados créditos, están obligados a soportar las majaderías del pavoroso deudor que siempre tiene los bolsillos vacíos.
Si preguntáramos —¿Por qué las arcas cubanas están desocupadas?—Sin dudas, nos aplastará ese interminable ferrocarril lastrado de facturadas justificaciones, cuya materia prima ha sido extraída del .
—O sea—sí nuestra industria azucarera hoy iguala la producción de 1903; su capital es un amontonamiento de escombros, las producciones y servicios están anegados en la ineficiencia, el subempleo baila la rueda de casino, y la mayoría de la juventud cubana pretende abandonar el país, no es culpa de la gobernanza del engendro revolucionario, sino del maleante hollywoodense representado por EE UU.
Asimismo para hacer una estimación más ilustrativa, las estadísticas publicadas por www.census.gov/foreing trade /nos muestran detalles del volumen comercial de las exportaciones de EE UU a Cuba durante los periodos comprendidos entre los años 2003 al 2007, y donde podemos apreciar que en ese lustro han sido digeridos por los bolsos de los empresarios norteamericanos más de 1,8 millardos de dólares a través de los envíos que abarcan 76 renglones, tales como: trigo; arroz, maíz, aceites comestibles, carnes de aves, productos lácteos, etc.
Conjuntamente en la rama industrial también asoman una ringlera de productos como: químicos; derivados del petróleo, aparatos eléctricos, accesorios de computadoras, vehículos para propósitos especiales, utensilios domésticos, juguetes inteligentes, implementos deportivos, y ¡hasta combustible nuclear!.
Pero aún no terminan las sorpresas, también Cuba hizo exportaciones a EE UU en el mismo periodo por valor de 758 mil dólares, a través de la venta de libros, revistas, disqueras, artesanías, antigüedades, estampillas coleccionables, etc.
Aunque mostremos el reverso de este cupón <>, el diferendo entre ambas naciones aún continúa como un cliché que aborrece todos los años al cenáculo de Naciones Unidas, y donde las pulsaciones-sufragios seguirán favoreciendo por abrumadora mayoría al legendario David representado por Cuba.
Entonces, también recordemos que el dictador Nicolás Ceacescu edificó una charranada populista simétricamente idéntica, cuando retó al descomunal oso soviético compartidor de sus fronteras, y fue tan aclamado por occidente , entretanto, el pueblo rumano tenia que trasnochar haciendo filas para conseguir un kilo de carne o mantequilla, además de sometérsele a prolongados cortes de energía, más la consabida angustia causada por el hambre y el frío.
Por tanto este furtivo escribidor, les reitera que cualquier similitud con la épica leyenda del gigante y el enano— tómenlo muy señores míos—como una irremediable y pura coincidencia, que todos los años en similar día, y a la misma hora, seguirá produciéndole molestias apendiculares al infortunado Goliat en el rectángulo de Manhattan.

Tropezando con la misma piedra. Por Luis Cino.

Es sumamente curioso. Precisamente ahora que el régimen pide por señas un conteo de protección, la disidencia interna, contra toda lógica, se afana en hacer exactamente todo lo que el sentido común aconseja no se debe hacer en estas circunstancias.

Se duplican las organizaciones opositoras. Estallan crisis en el seno de proyectos que parecían consolidados. Aumentan los conflictos entre la disidencia interna y el exilio. Se exacerban las ansias de protagonismo. Se dispara la paranoia. Llueven las descalificaciones contra los que difieren un centímetro de nuestros puntos de vista.

Pareciera, a juzgar por las frecuentes acusaciones de “segurosos” intercambiadas entre opositores, que aumentó notablemente en los últimos meses la nómina secreta de los agentes de penetración del Departamento 21 de la Seguridad del Estado.

Algunos opositores, dentro de Cuba o en el exilio, siguen renuentes a auto-regularse y aplicar, con respecto a sus hermanos de lucha, la democracia por la que dicen luchar. En su lugar, trasladan a las filas de la disidencia la intolerancia y el voluntarismo que heredaron del régimen.

La oposición pro democracia sigue, por disímiles factores, lejos de convertirse en una alternativa de poder. Si ahora mismo el gobierno cubano se desplomara o aceptara dialogar con la oposición, tal como andamos por la disidencia (ojala me equivoque), sólo puedo avizorar un vacío de poder de incalculables consecuencias.

Los disidentes tropezamos (¡ay Julio Iglesias!) una y otra vez, con la misma piedra. Y la dictadura gana con cada uno de nuestros errores, a los que no es ajena de ningún modo la mano de su policía política. Como se dice en mi fangoso barrio, “está ahí, gozando la papeleta, echándose el prisma”.

Conflictos que brotan como hongos amenazan la estabilidad y supervivencia de algunos de los frentes que más preocupan al régimen: las Damas de Blanco, el Proyecto de las Bibliotecas Independientes, la campaña de la FLAMUR por una sola moneda.

Agenda para la Transición boicotea el suministro de informaciones a Radio Martí. La coalición opositora tiene razón en muchos de sus cuestionamientos. Pero, ¿será ahora el mejor momento para ventilar viejos agravios con la emisora?

TV Martí no se puede ver en Cuba. OK. El caso de Radio Martí es muy diferente. Su programación no es la mejor, repite demasiado los programas y la interferencia electrónica le mete un ruido infernal. Pero se oye en Cuba. Quizás no tanto como en 1985 cuando millares de cubanos seguían la novela Esmeralda y el horóscopo de Rudmini.

Aquella tampoco era una programación ideal. Apenas había denuncias desde Cuba de violaciones de derechos humanos. Por entonces no había periodistas independientes, sino sólo un puñado de valientes activistas, muchos de ellos en prisión.

Si Radio Martí no se oyera en Cuba, el régimen no invertiría millones de dólares en interferirla por medios electrónicos. Es algo significativo.

La desaparición de Radio Martí nos haría retroceder casi 25 años atrás, a los tiempos en que la disidencia interna no tenía voz. Ni en Washington ni en Miami. Ni mala ni regular. Ninguna. Es algo que no debemos perder de vista antes de seguir hablando de boicot. Tal vez haya modo de llegar a un acuerdo. Después de todo, es más lo que hay en común que las diferencias.
Arroyo Naranjo, 2009-02-05
luicino2004@yahoo.com

Los cuarenta años de Abbey Road. Por Luis Cino.

Luego de una especie de suite de rock sinfónico que te dejaba sin aliento, la aguja parecía llegar al último surco del lado B del disco. Pero no. La irrupción de Her Majesty nos sorprendía. Sólo un toque de ligereza luego de la verdad elemental de los versos de The End “Al final, el amor que das es igual al amor que recibes”.

Abbey Road fue un maravilloso modo de terminar. Ojala las rupturas entre amigos siempre tuvieran un final así. Pero, también en eso, los Beatles fueron únicos.

Recuerdo que a inicios de 1970, cuando escuché en Radio Cordón de La Habana la noticia de que los Beatles habían anunciado oficialmente su separación, sentí que se acababa la música. Pasó igual a todos mis amigos. Por suerte, pronto hallamos consuelo en Blood, Sweat and Tears, Chicago, Santana, Led Zeppelin y Credence Clearwater Revival. Escuchábamos a los sucesores de los Beatles, tarde en la noche por Radio Rebelde, en el programa De. Pero nunca fue igual. Desde entonces empezamos a incubar la nostalgia. Sólo que no sospechamos que sería tan larga.

En Cuba, donde hacía sólo un par de años que habían levantado la prohibición sobre la peligrosa música de los Beatles, nunca supimos bien cual disco fue primero, si Abbey Road o Let it be. No sé cuantas veces discutí al respecto con Juanito Beltrán y Carlos Ubieta. Con todos los inconvenientes que ello acarreaba para nuestra corrección ideológica, los tres éramos los mayores fanáticos de los Beatles en Lawton, La Víbora y un poco más allá

El Abbey Road nos llegó sólo unos meses después de salir al mercado británico. No sé como nos arreglábamos a veces para que nos prestaran con tanta presteza los discos que introducían en el país algunos de los afortunados que viajaban al exterior. Parece que poníamos mucho interés en el empeño.

Escuché el Abbey Road por primera vez en casa de los hermanos Ubieta, en la calle Delicias. Lo escuchamos con la misma devoción que antes mostramos con Sgt. Peppers, Magical Mistery Tour y el Álbum Blanco.

Fue el primer disco que grabé, a mediados de los años 70, con un rudimentario plug que inventó Carlos, en la primera grabadora de cassettes que tuve: una Sanyo de teclas que trajo de Damasco el marido de mi hermana. Como oficial de las fuerzas armadas cubanas, fungió como asesor de los tanquistas sirios durante la guerra del Yom Kippur.

Abbey Road, aunque fuera sólo por Because y Something, es mi disco preferido de todos los tiempos. Lo he escuchado en disímiles circunstancias. Me trae recuerdos gratos y tristes. Creo que son más los últimos. A veces también resulta útil saborear la tristeza. Por suerte, el disco contiene una de las canciones más optimistas que haya escuchado jamás: Here comes the sun. La oigo una y otra vez cuando el invierno dura demasiado y parece que el mundo se viene abajo.

Abbey Road cumple 40 años, pero no lo podré celebrar con mis amigos de entonces. Dispersos por Estados Unidos, Polonia, España o México, esperan que cambie la fortuna en su patria.

El año pasado, luego de mucho tiempo sin noticias suyas, recibí por e-mail una foto de Agustín Gordillo, un amigo de Alta Habana que ahora vive en el sur de la Florida. Él y su esposa caminaban en fila sobre la cebra londinense de Abbey Road. Mi amigo, como McCartney en la famosa portada, iba vestido de negro y descalzo. El mensaje sólo contenía tres palabras y dos signos de admiración: ¡Al fin llegamos!

Carlos y yo solíamos tener una broma recurrente con Juan Beltrán. Decíamos que pasados 20 años, Juanito seguiría comiendo mierda con los Beatles. Ha pasado el doble del tiempo y la vida demostró que no fue solo Beltrán el del asunto con los Beatles.

Desde Miami, Carlos Ubieta, mi hermano de tiempos difíciles, me pidió una crónica sobre los 40 años que cumplirá Abbey Road en el 2009. No puedo hacer menos que complacerlo. De veras se merece la primicia.
luicino2004@yahoo.com

miércoles, 11 de febrero de 2009

Pie forzado. Por Miguel Iturria Savón.

Adular a los déspotas cubanos parece la señal de entrada de los pregoneros del socialismo del siglo XXI. El coronel Hugo Chávez Frías, presidente de Venezuela, lleva diez años exaltando a Fidel Castro Ruz, a quien imita y adula desvergonzadamente, además de ponerle la chequera de dólares para que restaurara la maltrecha economía cubana y le ajustara los tornillos a quienes se encausaban por la autonomía económica en la isla.
La red de negocios entre La Habana y Caracas traspasa los intercambios comerciales y la cooperación en salud y educación. Los asesores cubanos juegan un papel decisivo en la reestructuración de la policía, las fuerzas armadas, los servicios secretos, los medios de comunicación y otras esferas sensibles para la administración chavista, interesada en reformar la Constitución para reelegir a Hugo Chávez, quien ya se considera el sucesor del nefasto Fidel Castro en Latinoamérica.
En la misma frecuencia escuchamos a Evo Morales, mandatario de la compleja y empobrecida Bolivia, quien dispone del dinero de Hugo Chávez y de asesores cubanos en diversas esferas, lo cual incrementa su dopaje ideológico. Para Evo, Fidel Castro es “el abuelo sabio”, el “gran líder de América”. Tal vez por eso copia al envejecido Castro y a su escudero venezolano. Los elogios del presidente indigenista son un pie forzado, un ejercicio retórico de complicidad.
En un tono menos agudo escuchamos al tercer tenor de las Américas, el señor Rafael Correa, Presidente de Ecuador, que acaba de afirmar que su gobierno no imita a Cuba, aunque admira a sus “heroicos líderes”. Se refiere, por supuesto, a los hermanos Castro, quienes en medio siglo al frente de Cuba la convirtieron en uno de los países más pobres y endeudados del continente.
Como Correa dispone de una oratoria más académica que Hugo Chávez y Evo Morales, encubre sus aplausos y su admiración por las momias cubanas, puestas de moda por los populistas que envidian a los patriarcas del poder.
“Los pueblos de América Latina estamos haciendo camino al andar y eso molesta mucho porque significa una ruptura con el pasado y con la democracia de plastilina, de entreguismo”, dijo Correa hace unos días en Cumaná, junto a Hugo Chávez.
¿Sabrá el gobernante ecuatoriano que Castro repitió antes que él los versos de Antonio Machado? ¿Qué democracia pretende construir Correa? ¿Creerá que la autocracia insular ha resuelto los problemas de Cuba?
Tal vez el Presidente de Ecuador no sea tan manipulador como su admirado Fidel Castro o no pretenda reelegirse como su homólogo de Venezuela; pero hablar de “reelección continua” en Estados Unidos y de “la doble moral internacional” para justificar el totalitarismo en Cuba es puro cinismo.
En su pie forzado el apasionado Correa afirmó: “No seré yo quien diga a Cuba que tiene que cambiar. Cuba ha sobrevivido 50 años con sus logros admirables y sus dirigentes heroicos.” ¿Cuáles serán esos logros? ¿En qué consiste el heroísmo de los hermanos Castro? ¿Por qué no cambiar la dictadura más vieja del continente?
Parece que las mentiras continuadas del castrismo han calado hondo en la izquierda latinoamericana. Rafael Correa como Hugo Chávez, Evo Morales y el nicaragüense Daniel Ortega encontraron en Fidel y Raúl Castro el paradigma equivocado o, tal vez, el modelo para dominar a sus respectivos países como a una hacienda. ¿Será eso el socialismo del siglo XXI?

Desde mi orilla. Por Miguel Iturria Savón.

A fines de diciembre acompañé al escritor y periodista Frank Correa al Palacio del Segundo Cabo, sede del Instituto del libro, donde mi colega charló unos minutos con el director de la editorial Letras cubanas, quien le devolvió su colección de cuentos Desde mi orilla con la nota del censor que valoró la obra, no publicada por “razones formales” luego de un año de espera.
Frank me entregó sus cuartillas para que las leyera. Se fue por la calle Obispo con otra frustración en la memoria y la ilusión de descubrir un nuevo camino editorial para sus cuentos. Un subdirector del Instituto fascinado por los relatos de Frank le había asegurado la edición, pero nada es seguro en nuestra isla para un autor que se atreve a escribir en publicaciones del exilio.
Leí con deleite las once narraciones de Frank Correa, autor con habilidad para armar historias, maestría en el montaje de los diálogos, capacidad para recrear sus circunstancias personales desde la realidad insular y apropiarse del desarraigo, el lenguaje y la enajenación de personajes tan vitales y mundanos que parecen salir del papel y montarse en un tren, un camión, una balsa o volver a la galera donde el escritor los descubrió cuando estuvo preso por sus contactos con los defensores de los derechos humanos en su natal Guantánamo, pueblo del que emigró a La Habana como constructor y otros oficios menores antes de escribir para Cubanet.
Después de estudiar los relatos de Frank Correa leí la Nota que justifica la censura. Un simple párrafo sin firma sacó de circulación a una obra que debería estar en nuestras librerías, previa presentación en la Feria del libro que comenzará el 12 de febrero en La Habana, a la cual acudirán decenas de países y cientos de autores de diversas editoriales, incluidas las cubanas, tan selectivas y excluyentes como el Estado que las controla.
Como Desde mi orilla no circulará en Cuba quiero compartir con los lectores algunas observaciones sobre los relatos que encierra ese libro prohibido, cuyo título es uno de los textos de la compilación; tan vinculada al perfil existencial del propio Frank Correa, quien obtuvo premios literarios, publicó La elección (cuentos) y La puesta necesaria (poemas) y tiene inéditos la novela Pagar para ver y los poemarios Reverso y Los bomberos están de vacaciones.
Desde mi orilla comienza con “Viaje a Guantánamo”, que narra la angustia de una pareja sumergida en un periplo insular marcado por la atonía de un destino adverso. Incluye tres excelentes relatos breves: “Volver”, fabulación sobre Hemingway y la muerte; “Más absurdo que un día feliz”, especie de contrapunteo sobre un cuento, y “Consorte”, que retoma el hambre y la paranoia de dos cazadores nocturnos en una ciudad devastada.
Con lenguaje claro, diálogos precisos y personajes vigorosos, el creador balancea varios ángulos de la vida cubana desde una atmósfera realista y casi testimonial. Alterna relatos complejos como “Consejo de reclusos”, “Tren”, “Jinetes” y “Desde mi orilla”, con “Fantasmita”, “Espinas” y “Bola de sangre”, en los cuales la fabulación oscila entre el tema militar, la inoperancia del sistema sanitario, la desesperanza de un matrimonio hambreado y el dilema ético de un hombre ante el aborto.
La doble vida, el vacío existencial, el éxodo, la evasión, la locura y otros problemas de la Cuba de nuestros días palpitan en esta colección de cuentos de Frank Correa rechazada por razones extra literarias por la editorial Letras cubanas.

lunes, 9 de febrero de 2009

La voz de las piedras. Por Miguel Iturria Savón.

Con la guerrilla en la memoria y la confrontación como estrategia los propagandistas del régimen cubano celebran medio siglo de revolución. Han cambiado muchas cosas desde enero de 1959. Cinco décadas es un tiempo enorme para las personas y para la nación, pero hay cosas que permanecen igualitas en esta isla del Caribe.
De la revolución subsisten los rituales, el simbolismo de los actos políticos, las frases altisonantes y vacías, las declaraciones beligerantes del diario oficial, el sueño de eternidad del Consejo de ancianos, las tijeras de la censura, el fantasma del miedo, el robo de la esperanza, las verdades a media y las mentiras repetidas. Quedan, por supuesto, la represión, la sombra del Comandante que reinventan los escribanos, un Parlamento que vota por unanimidad, el automatismo y la inercia de quienes apuestan por la quietud y la soberbia de los guardianes de la ortodoxia que forcejean con un enemigo sin rostro.
Quienes insisten en sujetarnos a la carroza revolucionaria olvidan que hasta la belleza cansa, que la gente ya no usa reloj de arena y que el viaje más largo termina en el lugar de origen. Nuestro lugar de origen radica en la involución.
El 2008 se marcha con una apoteosis glorificadora. El marketing político graba mensajes en la memoria, pero toda evocación tiene sus límites. La cantaleta legitimadora del régimen cubano no llega al corazón de las personas, hastiadas de tanta manipulación, rejuegos estatales y alabanzas desmedidas.
Al castrismo le quedan asignaturas pendientes. Medio siglo después, Cuba sigue siendo una nación pobre y atrasada que exporta el exilio, depende de sus socios externos y enfrenta problemas que creíamos haber erradicado. El monopolio estatal sobre la tierra supera el latifundismo anterior a 1959. La corrupción es uno de los flagelos más visibles del país, enfrentado al síndrome de la emergencia en sectores tan sensibles como la enseñanza y la salud pública.
Detrás de la propaganda por el cincuenta aniversario de la utopía revolucionaria, subsiste la falta de alternativas sociales y la desilusión de encontrar algo nuevo con la vuelta del año.
La revolución cubana carga en su memoria la tragedia representada por más de un millón de exiliados, 5,732 fusilamientos bien documentados, 515 muertos en prisión por suicidio o negligencia médica, 77,000 desaparecidos en el mar, miles de caídos en combate en las selvas de África y América Latina, y víctimas de sucesos puntuales, como la masacre de Canímar (1980), el hundimiento del remolcador “13 de marzo” (1994) y el derribo de las avionetas de Hermanos al rescate (1996) por Migs del gobierno insular, en febrero de 1996.
La demencial campaña propagandística oculta, además, el crecimiento de las cárceles y el número de prisioneros de conciencia. La singular habilidad del castrismo para engañar a medio mundo durante medio siglo, choca en la isla, sin embargo, con la indiferencia de la mayoría.
El eco de tanta infamia publicitaria rebota en la voz de las piedras.

viernes, 6 de febrero de 2009

Las aguas del cansancio. Por Miguel Iturria Savón.

Un ex diplomático cubano me preguntó el lunes 2 de febrero “¿Quién gobierna en Cuba si Raúl Castro está en Rusia, Machado Ventura en Venezuela y Carlos Lage apenas aparece?”
Cuba es una nave que planea con piloto automático, le dije.
Yo acababa de salir de la Casa de las Américas, donde presentaron al Jurado del Premio literario 2009, en presencia de Ricardo Alarcón y Esteban Lazo, integrantes del Buró político del Partido comunista, quienes felizmente no hablaron.
La pregunta del ex funcionario no me parece sustancial. En Cuba hay una junta militar con una figura invisible y un brazo extendido. Raúl Castro es el brazo y la sombra de su hermano Fidel, o lo que queda de éste. Machado Ventura, Vicepresidente primero desde febrero del 2008, es la copia más gris del castrismo.
Cuba planea con los motores apagados, sin llegar a aterrizar. La dictadura rema en las aguas del cansancio con la ayuda crediticia de Caracas, Moscú, Beijing, Brasilia, Madrid y otros socios que apuntalan la nave insular. Si Raúl Castro anda por Moscú restableciendo alianzas y su segundo aplaude en Caracas al nuevo patrocinador de nuestro régimen, qué importa quien los sustituye o el destino de Carlos Lage, más joven y competente pero clonado por ellos.
No es la transparencia informativa lo que caracteriza a los medios de comunicación del país, más bien lo contrario. Si nos guiáramos por el Granma o por el Noticiero nacional de la televisión cubana llegaríamos a creer que el mundo es un desastre, la isla un paraíso y los hermanos Castro el centro del universo.
Tal vez Fidel y Raúl sean populares en América Latina o en el Medio oriente, pero entre nosotros casi nadie los menciona o lo hace con desdén. A Fidel le dicen “Caballo viejo”, “el dueño”, “el señor”, “la bestia”, “la momia” y “el fantasma”. Raúl es “el eco”, “hitlerito”, “el hermanísimo” y “la china”. Tan irrespetuosas denominaciones reflejan el cansancio y la sobredosis de los ciudadanos.
Los intereses imaginarios creados por estos hombres para encubrir los intereses reales de la nación, nos lleva a sacudir la cursilería política entretejida por lo medios de opinión. Los cubanos remamos sin ganas. El cuento de los cambios estructurales fue otra versión del jueguito del gato y el ratón.
El discurso amplificado y repetido, las visitas del mandatario cubano a Brasil, Caracas y Moscú, o la llegada de gobernantes de países vecinos solo entusiasma a los funcionarios de alto nivel. En Cuba los cambios todavía no son visibles y eso nos sumerge en la indiferencia.
La dictadura agota su arsenal de consignas y rituales. No ofrece nada nuevo, solo planea con los motores apagados sobre la autopista del pasado.

El pastor. Por Miguel Iturria Savón.



Parece un espantapájaros entre las rocas. Casi nadie sabe su nombre. Le dicen el pastor, el viejo de los chivos, el guajiro de la costa y otros seudónimos irreverentes. Es una figura habitual del paisaje costero del reparto “Camilo Cienfuegos”, al norte de La Habana. Su imagen y su anticuada vestimenta contrastan con la belleza del mar pero humaniza la aridez del entorno.
Lo vi a fines de diciembre desde una ventana del apartamento de una amiga, en La Habana del Este. Ella lo había visto otras veces sin reparar en su estampa. “Parece un paquistaní sin turbante. En verano los muchachos que invaden la costa le espantan los animales y le gritan horrores, pero él nunca responde”.
Hace poco me acerqué con una cámara digital. El viejo pastor se dejó retratar y me contó algunas cosas. Los animales son de su hermano mayor, quien fue combatiente del Ejército Rebelde y estuvo en Angola. Ambos son jubilados de las fuerzas armadas y complementan la chequera con la cría y venta de chivos y carneros. Guardan los animales en una finca cercana.
El pastor de La Habana del Este lleva muchos años en la capital pero conserva sus hábitos y su mentalidad campesina. Por su acento y su forma de vestir parece un guerrillero que envejeció en la Sierra Maestra. A uno de sus hermanos le otorgaron un apartamento en el reparto Camilo en los años sesenta.
El viernes pasado volví a verlo cerca de la costa. Yo iba en la ruta 265 y él pastoreaba detrás de la Villa Panamericana. Alguien me dijo entonces que algunos de los turistas hospedados en los moteles de esa urbanización bajan al mar para retratarlo.
Al mirar las fotos que le tiré al pastor recordé a otros ancianos de la zona que reproducen su cultura rural en medio de plazas y edificaciones. Entre las rocas y los modernos edificios de La Habana del Este es posible encontrar a pescadores diurnos, a jóvenes que desafían las olas, mujeres que tienden ropas a un costado de la carretera que bordea la costa, y a viejos entretenidos con objetos que pudieran reparar en el balcón de su apartamento.
Algo similar sucede en los alrededores de Casablanca, al fondo de la Villa Panamericana y en la zona de edificios de Cojímar y Alamar, donde la urbanización no ha concluido y los espacios enyerbados son cercados por ancianos que siembran plátanos y vegetales para compensar la dieta del hogar o evadir los precios astronómicos del mercado agropecuario.
El pastor de la costa y los viejos que cultivan entre rocas y edificios son una estampa rural en el nordeste de la capital.

lunes, 2 de febrero de 2009

El Quijote en La Habana. Por Miguel Iturria Savón.


La sala de arte del Museo nacional de ciencias naturales, ubicada a un costado del Palacio de los Capitanes generales, exhibe hasta el 9 de febrero la exposición de esculturas El Quijote hoy, de Iván Vallín Lombillo, quien trae a la actualidad insular a la figura mítica de Cervantes mediante el uso de la madera, el bronce, el cobre y recursos como la pátina y el quemado, logrando un conjunto de piezas que impactan por su originalidad y buena factura.
La apropiación de El Quijote por parte del joven creador habanero tiene un sentido artístico y utilitario. Las doce esculturas de pequeño y mediano tamaño reflejan en conjunto una poética de gran vigor expresivo, que conectan al mítico Alonso Quijano a la realidad cubana, lo cual se infiere en la evidente sensualidad de algunas piezas, en la contextualización modernizadora del personaje y en ciertas alegorías que acentúan los rasgos y la singularidad de la entrega.
El dominio de la talla en madera y la conjunción técnica entre la escultura y la orfebrería singularizan la selección hecha por la curadora, que logra un equilibrio conforme al espacio. El artista evade el colorido folklórico a favor de la ambigüedad creadora. Entre las figuras más atractivas resaltan dos bustos de madera y metal; la tridimensionalidad de uno de ellos es acentuada por los “libros” colocados en el casco del Quijote. Ambos son muy expresivos. El Quijote ante el ordenador (madera) y el Quijote de metal con los brazos abiertos resaltan la entrega del artífice, quien no logra el mismo nivel con las dos esculturas de Sancho Panza.
Iván Vallín es graduado de la Escuela de instructores de arte de Ciudad Habana; es miembro de la Asociación cubana de artistas artesanos, del Fondo de bienes culturales y de la Agencia de autores visuales. Ha expuesto en el Museo “Máximo Gómez”, la Casa de África y en las galerías de arte “Amelia Peláez”, “Boada”, “L” y Alamar. Sus piezas han sido exhibidas en los salones colectivos organizados por la ACAA, el Museo nacional de artes decorativas, EXPOCUBA, el Hotel Palacio O´ Farrill, la Bienal de La Habana y el Fondo de bienes culturales en Varadero. En el 2002 recibió el Premio Fernando Boada.
Es admirable la dedicación de Vallín a la escultura, manifestación no privilegiada en la plástica cubana de las últimas décadas, cuya tradición pictórica es enorme. La escultura, relegada por su costo y la carencia de materiales, estuvo asociada a las obras monumentales encargadas a artistas extranjeros hasta mediados del siglo XX, aunque Fernando Boada, Rita Longa y otros escultores siguieron con las gubias y el cincel hasta hace poco.
El Quijote espera a los amantes de la escultura en un Museo del casco histórico de La Habana. La muestra no es solo para turistas y permanecerá abierta al público hasta el 9 de febrero del 2009.

Salvas contra Martí. Por Miguel Iturria Savón.

En ocasión de conmemorarse el aniversario 156 del natalicio de nuestro Héroe nacional José Martí, fueron disparadas simultáneamente, el miércoles 28 de enero a las 12:00 meridiano, 21 salvas de artillería desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, en Ciudad de La Habana y en el Cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
Los disparos realizados por la Unidad de ceremonias de las Fuerzas armadas resumen el homenaje oficial al paradigma más alto de nuestra historia. Martí, más que un héroe, es un ícono de presencia cotidiana, cuya trayectoria humana, política y literaria ha sido santificada antes de instaurarse la República (1902).
José Martí, como Simón Bolívar, sirve a todos y para casi todo. La apropiación política del legado humano y cultural del Apóstol lo convierte en cortina y bandera de quienes usan su ideario para legitimar propuestas o encubrir intereses. La originalidad de los versos y las formulaciones éticas de la prosa martiana han sido sobredimensionadas por el papel que desempeño en la gesta independentista de 1895.
Al caer en combate, el 19 de mayo de ese año, Martí se apartaba de las intrigas de la guerra, de la cual era la principal figura cívica pese al grado de Mayor general que le otorgaron en abril. Días antes anunció por escrito su muerte a un amigo que influía en el gobierno de México. Desde entonces y hasta hoy el hombre-mito nos agobia sin saberlo.
¿Cómo es posible que Martí sobrepase a héroes como Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo o Máximo Gómez, cuyas hazañas son vastas e indiscutibles?
La respuesta está en que Martí fue un líder con proyecto, capaz de unir a hombres de tendencias, generaciones y trayectorias diferentes. Su habilidad diplomática, sus dotes como orador, periodista y diplomático y su largo peregrinaje por México, Guatemala, Venezuela, el Caribe y los Estados Unidos, donde vivió casi dos décadas al servicio de su isla esclavizada, le dieron ventajas sobre otros paladines independentistas, a quienes afilió al Partido Revolucionario Cubano (1892), concebido para preparar, desencadenar y dirigir la guerra contra España, variante extrema en las circunstancias de Cuba.
El proyecto cívico martiano, ajeno al anarquismo y a la doctrina marxista, concebía la independencia como el peldaño previo al establecimiento de una “república con todos y para el bien de todos”. En torno a esa formulación escribió ensayos, cartas y documentos programáticos estudiados minuciosamente por sus biógrafos y admiradores.
En el contexto cubano de principios del XX, el descubrimiento paulatino del pensamiento de Martí fue una revelación que inspiró a sus contemporáneos y a las generaciones que dirigieron los destinos de la isla, las cuales difundieron sus postulados, tan amplios y ambiguos que le sirven a cualquiera, incluidos los tiranos.
Hay que preservar como un tesoro espiritual el legado ético y humano de José Martí, cuya obra frena el pensamiento y limita la percepción de nuestros problemas esenciales. La Cuba que soñó el Apóstol desde el exilio ha cambiado mucho desde entonces. Hay textos y puntos de vistas que conservan vigencia. Otros sirven al dictador que secuestra su ideario y dispara salvas en su honor.
La patria nueva común espera por todos.

Nokia y plátano burro. Por Jorge Olivera Castillo.

El teléfono celular ya dejó de ser aquel objeto al que el cubano le dedicaba muecas de asombro y aparatosas expresiones orales. Miles de coterraneos hacen gala de su nuevo instrumento. Lo exhiben con donaire como si tuvieran entre la palma de la mano un diamante. Viven sus días de gloria con la tecnología dentro del bolsillo o enganchada en la cintura.
Es una de las últimas modas, la manera de mostrar poder, el juguete preferido, la nave para dar un viaje temporal al desarrollo. No importa que, por llamar, el minuto cueste 0.60 centavos en pesos convertibles (casi un dólar). Para eso hay solución: frases cortas, apego a la síntesis, si es preciso monosílabos para redoblar las medidas de ahorro.
El problema no llega solo para el que inicia la llamada. La compañía que monopoliza las telecomunicaciones en Cuba, le cobra también al destinatario. Un tanto menos, pero no le queda más remedio. Son las reglas del juego.
Existe una vía a tomar con el propósito de extender la eficiencia de las tarjetas prepagadas por valor de 10 o 20 pesos convertibles (aproximadamente 12 y 22 dólares). La opción comunicacional por medio de los mensajes de textos, alivia el peso dela carga económica. Un poco más de 100 dígitos enviados representan 0.16 centavos en pesos convertibles. En este caso el receptor se escapa del pago, de acuerdo a lo establecido a la hora de efectuar el contrato.
El cubano se adapta a las circunstancias. En eso tiene un largo historial que le reporta una buena dosis de experiencia. Cualquiera que no esté familiarizado con el funcionamiento de la sociedad cubana, puede resultarle complicado encontrar una respuesta idónea a la pregunta de: ¿Cómo los cubanos pueden pagar por una línea de telefonía móvil a 60 pesos convertibles, con los subsiguientes desembolsos para mantenerla, si el salario promedio apenas rebasa las 20 unidades en esta moneda?
Entre los principales medios que facilitan el acceso se encuentran las remesas recibidas desde el exterior y por otro lado las ganancias provenientes de las transacciones ilícitas que suceden bajo la cobertura de unos niveles de corrupción, facilitadores del fraude, la especulación, entre otras acciones con sobradas credenciales en todo el país.
El teléfono celular, es hoy en la Isla, un discreto símbolo de la civilización. Un detalle de modernidad entre las imágenes decadentes de un sistema que no acaba de admitir sus fracasos.
La euforia por ser partícipes de esta pequeña y limitada fiesta tecnológica, da las coordenadas para descubrir en que peldaño de la involución nos encontramos.
A través de Nokia y Motorola los clientes insulares se sumergen en un mundo diferente al que le vende el partido comunista. Los sermones ideológicos se tornan más obsoletos que de costumbre. Se salta, con cierta facilidad, por encima de las alambradas del socialismo.
Entre la frivolidad y el orgullo que ese hito de las comunicaciones despierta en muchos jóvenes y adultos cubanos, hay una zona donde crece la necesidad de sentirse libre.
Una realidad que no admite discusión es la convivencia- por mucho tiempo- entre dos Cubas. En una conseguí 10 plátanos burros a 2 pesos en moneda nacional cada uno. Un 300% por encima del precio que tenían anteriormente. Margot, lo vende, a escondidas en su choza de 16 metros cuadrados, empotrada en uno callejones de la capital. Desde el mes de octubre este producto no se oferta en Ciudad de La Habana a causa de su escasa disponibilidad tras el paso de tres ciclones.
La otra es la de los extranjeros y la nomenclatura. Capitalista, exuberante, pletórica en lujos. Nadie nos prohíbe mirar hacia esas instancias. Es uno de pocos derechos inalienables.
Ser propietario de un Nokia nos acerca a las múltiples réplicas del primer mundo que existen a lo largo y ancho de Cuba. Por eso el desespero y las angustias por portar uno de esos aparatos. Definitivamente es bueno ir aprendiendo las lecciones del desarrollo desde la indigencia. Por algo hay que empezar.
oliverajorge75@yahoo.com